Visión y sueño del «Windsurf»

Wind_Surf_CaribbeanDesde la terraza de Ikea, más allá de la llanura de coches, es posible ver el mar. Por encima de los tejados de Media Market y de Wok, hay una cinta azul difusa, brumosa por la calima, por la que ayer tarde, entre las cinco y las seis, se deslizó la silueta blanca de un elegante crucero a vela de cinco palos. La gente estaba en lo suyo, comprando armarios y coladores, de modo que nadie se dio cuenta. Pero como yo había visto ya aquel perfil hace años, desde una terraza del Saler, cuando vino a una de las competiciones de la Copa América, lo que hice fue, sin que me viera nadie, cerrar los ojos y soñar un instante. Soñé que estaba lejos de los colchones y de las alfombras, de los floreros, las vajillas y los armarios; soñé que sobrevolaba incluso el grandioso enjambre comercial y que, por encima del arrozal y del lago, conseguía colarme en el velero y ser un viajero más, un desconocido entre los 312 selectos pasajeros del “Windsurf”, atendidos por más de 150 atentos y disciplinados tripulantes. «¿Un Manhattan en la terraza de popa, señor?». «¿Le anotamos reserva de mesa para la cena-baile de esta noche?» Fue un sueño corto. Me despertaron y tuve que volver al ajetreo y las apreturas del coloso sueco de los muebles. Albóndigas y camas plegables. Cuando escribo esto, todavía con la boca medio abierta, el hermoso velero –tres restaurantes, piscina, biblioteca, casino, gimnasio y todo lo demás—está doblando el Cabo de la Nao y se dispone a dejarse ver, con todas las luces prendidas, frente a los que toman copas en las terrazas de Moraira. El domingo, quién te pillara, recalará en Cartagena.

Acerca de fppuche

Periodista y escritor. Director de “Las Provincias” desde 1999 a 2002. Desde 2011, miembro de la comisión de Gobierno del Consell Valencià de Cultura.
Esta entrada fue publicada en turismo de cruceros y etiquetada , , , . Guarda el enlace permanente.

Deja un comentario